El viernes comienza el mundial, comienza la fiesta. Una vez más, como cada cuatro años, el mundo se paraliza durante un mes entorno a una pelota de fútbol. Esta vez es Sudáfrica el país que se transforma en el centro del planeta, hace un tiempo atrás ya todos los ojos están puestos sobre la nación donde residen los "bafana-bafana"
A pesar de todo lo que se vivirá en el país, lo importante será mucho más que lo que protagonicen 32 selecciones, mucho más que 64 partidos. Una nación que por años vivió una separación, producto del "apartheid", por el color de la piel de su gente, donde se sucedieron cosas que nunca antes se habían visto: Una raza mirada en menos, abusada, "golpeada" y pasada a llevar por otra, en contraste con otra tan mirada en más, que se sentía tan superior, con tantos beneficios en desmedro de "la raza inferior". Sudáfrica por fin sale al mundo con una cara bonita, alegría pura. Es también la cara visible de un continente mirado en menos, el que nadie quiere, que todos critican y hasta ahora nunca jamás respetado.
El país se une bajo la misma misión, mostrarle al mundo que África es un continente mucho más valioso y desarrollado de lo que se piensa, que se han superado la mayoría de los problemas que ensucian su historia. Fue el mismo Sudáfrica quien ya lo demostró en un abrazo hermanable entre negros y blancos después de ganar el mundial de Rugby jugado en su tierra, es momento de revalidarlo.
El pueblo está de fiesta, la presencia de su selección es una excusa, si gana o pierde, si clasifica o no, da igual. Lo importante es demostrar que ya llegó el momento de África.
La puerta del "continente negro" se abrirá luego de esta copa del mundo, es por eso que lo que se juega es mucho más que fútbol.
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